sábado, 8 de octubre de 2011

Notas sobre consumo responsable (parte I)



A veces podemos pensar que el consumidor tiene un rol pasivo en la industria de la moda. Que simplemente está en posición de absorber elementos de la múltiple oferta que se le presenta, casi como imposición. A veces, se piensa el rol del consumidor como si fuera una hoja en blanco sobre la cual inscribir placeres en forma de vestido. Placeres que posibilitan la realización de la ganancia, a partir de la satisfacción de una necesidad básica devenida en algo más.

El sujeto-consumidor ocupa un lugar central en la estructura económica y social. A su vez, a nivel individual, reconocerse como consumidor en casi todos los ámbitos de socialización, afecta especialmente la vida subjetiva. En el mundo moderno, ocupamos el rol de consumidor en la mayoría de nuestros intercambios sociales. Sin pensarlo, somos más consumidores que productores del mundo que compartimos. A cada paso estamos consumiendo lo que una cadena infinita de anónimos ha producido.

Son muchas las transformaciones y tareas, que se suceden e intercalan, para que el denim que compramos sea nuestro jean preferido. En todo ese proceso, no sólo se transforma la materia prima, también el ambiente y todas las personas que participan del proceso que culmina con esa prenda conformando nuestra vida subjetiva. Todos son modificados en el proceso y finalmente “yo” al identificarme con la prenda. Identificarnos, en este sentido, es incorporar un rasgo del carácter de los otros cosificado en el vestido que hacemos nuestro.

Las personas estructuramos nuestra vida a partir de nuestro trabajo. No sólo es la actividad por la cual obtenemos los medios necesarios para la reproducción de nuestra existencia. El trabajo es una de las formas con que hacemos del mundo, nuestro lugar en el mundo. Mediante el trabajo, habitamos el mundo. Y al consumir el producto del trabajo de los otros, los hacemos participes de nuestra vida intima. Construimos nuestro mundo más íntimo en un intercambio permanente con la vida de los otros. Así, los otros forman parte de mí. Pero además, con nuestro trabajo construimos el mundo común que ya había sido modificado por todos los que lo producimos, y con cada uno, desde la incorporación (desde el consumo) de ese mundo. O sea, estamos en constante cambio. A cada paso, conectamos sin saberlo con un sinfín de anónimos que nos ayudan a ser quiénes somos y a producir el mundo como lo producimos.

En la producción se produce el mundo, y se modifica. En el consumo se produce el mundo, y se modifica. Entonces… ¿podemos pensar que el consumo es una forma pasiva de involucrarse con los modos de producción de la vida común?

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