miércoles, 18 de enero de 2012

El verbo en infinitivo



Si pudiera escribirse, o quizás describirse, algún día la ontología de la moda, sería puro movimiento. Sería pura explosión en una producción esquizofrénica de color, formas, texturas, sonidos y demás…

La armonía en la multiplicación de esas provocaciones a los sentidos. Una lucha por la coherencia, en la incoherencia de entregarse a la vivir sin pedir nada a cambio, sin esperar nada, sin miedo, ni desconfianza, sin necesidad de testigos, ni signos de distinción o herencias en forma de estatus. Sin consumo de clase, sin estructuras, sin mediación. Puro movimiento, inquietud de un espíritu arrojado a experimentar. Prueba y error. El error y volver a tomar carrera. Mirar y encontrar, y saberse uno en la totalidad. Uno indivisible, inseparable del todo. Pero que busca su camino en la producción del mundo y la vida compartida.

La moda sería ese vivir arrojado a la vida. Ese escapar a la muerte que se ubica en el origen. La moda sería acontecimiento. Un verbo en infinitivo, que se impulsa en el pasado y se proyecta al futuro ¿Y el presente? Siempre será visto en diferido, aunque siempre recuperable… pero por el momento solo experiencia, nueva prueba y mismo error.

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