miércoles, 14 de octubre de 2009

Obras de diseño o espejitos de colores...

El diseño se presta a confusiones. A veces, los diseñadores se pasan de diseño y pretenden convencer con obras que no tienen nada de espectacular.
Con lo cual es necesario poder distinguir las obras en las que es posible reconocer diseño de aquellas que no lo tienen pero se lo atribuyen.
Lo que creo que hay que tener en cuenta para esta distinción es que las obras de diseño, en general, satisfacen una necesidad con un plus que puede ser: la mejora en la satisfacción de esa necesidad o la satisfacción de una necesidad derivada. Entonces, una obra a la que no le encontremos utilidad alguna, por más llamativa, extravagante o pretenciosa, no puede considerarse de diseño. Pero hay que aclarar que no encontramos diseño en un cenicero que además canta la marcha peronista, más allá del efecto emotivo que despierte en un “compañero” arrojar cenizas de su tabaco en tal artefacto... Eso es una extravagancia típica de la década de los ’90, diría yo.
Lo que quiero decir es que guarda con fumarnos todo lo que nos venden. Si no estamos con ganas de ser críticos con lo que encontremos no vale la pena salir a buscar.
En indumentaria cada uno tiene sus preferencias sobre colores formas y detalles. Pero todos podemos coincidir, “entendidos” y meros consumidores, cuando un diseñador se pasa de rosca o cuando se quedó corto en su producto. Por ejemplo un sombrero cowboy con gps es medio raro... aunque en esta época donde todo tiene que tener un rastreador satelital no me llama la atención que alguien lo lleve a cabo, pero eso no lo hace digno de incluir en la categoría de innovación vanguardia diseño tecnológica (¿?)
El diseñador no es un ser inmaculado que pretende estar en un estadio superior de la especie, elevando el espíritu humano a estados trascendentales... es un artista, si, pero es un comerciante también y de esta combinación quiere sacar el máximo provecho de cada uno de los términos, a saber: el desinterés del artista y la billetera del empresario. En esa clave, a veces vender espejitos de colores resulta un negoción...
El diseñador no es un ser que viene a iluminar las conciencias ni nada de eso. Con lo cual vale criticar, vale cuestionar y vale rechazar las cosas que se nos ofrece. Los espejitos de colores ya los compramos en la conquista, ahora es momento de devolverlos.

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