viernes, 14 de enero de 2011

La moda y el movimiento



El concepto sólo se puede valer de sí mismo. Lo que resta, son intentos por lograr un cierre, una clausura. Cada intento, se realiza desde una sucursal "exterior": exterior al concepto, pero interior al lenguaje como universo de todo lo existente. Todo cierre, finalmente, es parcial y toda clausura es inestable.

La materialidad, abre un paréntesis temporal al concepto. El ansioso mundo de las cosas, más la inabarcable vida del concepto, desbordan al vestido acutal. Lo desbordan dejando en evidencia su incapacidad de contener, por un lado la idea, y por otro la pujante rítmica de los objetos. Todo vestido se sabe demodé. Cuando se dice, no se repite, ni se vuelve a decir: se sigue diciendo. El decir, sigue en una cadena que se corta por su eslabón actual, para retomarse y volverse a romper. En todo el recorrido, cada nuevo camino tiene su antecedente en el quiebre anterior. Lo abandonado no se pierde, se incorpora.

Cada conjunto de elementos que fueron "estilo", ahora, aguardan como recursos. La moda, sigue buscando abrazar al concepto que se le escapa. En la fuga, la idea nos recuerda que es intemporal, y que cada intento de contenerla, en un conjunto finito de existencias, está condenado a perderse en su propia temporalidad, en su propio encierro. Pero el objeto se sabe, desde el comienzo, medio en una cadena de medios, que por definición se multiplica con cada nueva producción. Lo intemporal y lo infinito, se pretenden contener en la actualidad, en la sincronía del vestido, que fracasa por el encierro que propone.

Si fuera posible contener la idea y el mundo de los objetos, la moda sería ese instante revelado, de una vez para siempre. Pero la moda se realiza en su imposibilidad, si fuera posible, no sería. Tal vez sería tragedia, el recuerdo del momento que fue.

La moda que se fuga, es la única posible. En cada nueva búsqueda se incontrola el sistema. En cada nueva búsqueda, operamos cierres que tienen capacidad de mantenernos despiertos para llegar a aburrirnos. Ahí es que nos acermanos, lo máximo posible, a la moda. Cuando caemos a cuenta de que ya no está, o que nunca estuvo donde pretendíamos abrazarla. Cuando estiramos los márgenes de lo decible es que nos acercamos un poco a la moda, que sin abrazarla nos da una tregua, por un rato nada más...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario